martes, 15 de diciembre de 2009

Los productores manejan la TV desde fuera de los canales

Se confederaron hace diez años en Capit, donde deponen rivalidades en pos de defender intereses comunes y exportar cada vez más al mundo

En el principio fue Yankelevich (Jaime, el abuelo de Gustavo) que apuntó con su cámara desde el Banco Nación al balcón de la Casa Rosada donde saludaban Perón y Evita. Con ese sencillo proceder, el 17 de octubre de 1951, quedó fundada la TV argentina.

Nadie sabía bien cómo abastecer al nuevo medio y algunas agencias de publicidad se pusieron a producir los primeros programas.

Pero después todo cambió: Canal 7, y los tres que lo siguieron a partir de 1960 (por orden de aparición, el 9, el 13 y el 11), empezaron por sí mismos a encargarse de la confección integral de cada programa que se ponía en el aire. Libros, dirección, actores y hasta el último objeto de la escenografía de cualquier ciclo estaba producido por el personal de cada emisora. Todo se fabricaba puertas adentro, en las distintas áreas, abocadas a la intensa tarea de armar la programación de cada jornada.

Ese sistema duró bastante y acompañó los años dorados de la TV privada a pesar de algunas ostensibles limitaciones estéticas que tenía. Cada programa parecía cortado con idéntica tijera; la iluminación, sin matices, era a full y las cámaras hacían siempre los mismos burocráticos planos.

Sin variedad, el resultado era bastante monocorde y poco variado por una razón muy sencilla: el equipo de trabajo era siempre el mismo y operaba bajo pautas fijas y rígidas que nadie se atrevía a cambiar.

Con la estatización de los canales, en 1974, vino el declive pronunciado: se aflojaron las normas competitivas de aquellas empresas que habían sido privadas, sus finanzas comenzaron a ser manejadas de manera desaprensiva y el deterioro se volvió imparable.

Cuando regresó la democracia, en 1983, los contenidos televisivos, es verdad, se refrescaron, pero las malas mañas de tantos años bajo un Estado ineficiente prosiguieron y las falencias cada vez más patentes acrecentaron el malestar y la incomodidad que algunas figuras comenzaban a sentir por estar tan desatendidas.


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Así empezó a encenderse dentro de algunos la llama sagrada de la producción independiente que era (y sigue siendo), ni más ni menos, que hacer las cosas por sí mismos.

Los primeros en comprenderlo bien fueron, entre otros, Raúl Lecouna, quien empezó a producir por las suyas exitosas telenovelas. Raúl Naya, por su parte, produjo éxitos colosales como La noticia rebelde y Hola, Susana . Y también aparecieron por allí, con inquietudes muy parecidas, los por entonces jovencísimos hermanos Sebastián y Alejandro Borensztein (actual presidente de Capit), entusiasmados por realzar, darle brillo y modernidad, con un packaging más seductor, a su gigantesco padre, Tato Bores, que se hacía notar aun en los pauperizados entornos que le proponía la TV estatal.

Corrían ya los últimos años 80 y la aparición en el horizonte político de un riojano de tupidas patillas iba a dar vuelta el país y también la televisión, al disponer la privatización de los canales 11 y 13. La revitalización de la industria era sólo cuestión de tiempo.

Y así fue. Sólo que cambió el paradigma de esa nueva TV privada que resurgía ya sin tanta vocación como la de los años 60 en hacerlo todo por sí sola. En los años siguientes fue disminuyendo voluntariamente su propia producción para empezar a entregársela a terceros ajenos a las emisoras. De esa manera reducían costos.

Surgieron entonces como hongos productoras independientes de todos los tamaños, con distintas propuestas y estéticas oxigenantes, incorporando gente joven provenientes de distintas disciplinas, especialmente del cine.

En 1990 tomó la delantera Promofilm; en 1993 apareció Cuatro Cabezas (Pergolini/Guebel); en el 95, Pol-ka (Suar/Blanco) y un año más tarde, Ideas del Sur (Tinelli). Estas dos últimas pertenecen parcialmente al Grupo Clarín, y son virtuales productoras cautivas de Canal 13.

En el 97 arrancaron Endemol Argentina (la productora que ha logrado ubicar mayor cantidad de programas en varios canales) y PPT (Gvirtz). Y siguen las firmas.

En el 99 nació, por fin, para aunar criterios, deponer rivalidades y defender intereses comunes la Cámara Argentina de Productores Independientes de Televisión (Capit). Su primer presidente: Carlos Rottemberg.


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El martes último, Capit celebró sus primeros diez años de vida en un simpático y casi íntimo encuentro en las instalaciones del Malba.

En esta década se agregaron otros socios importantes -BBTV (Borensztein) y RGB (Yankelevich), en 2000; Cris Morena Group, en 2002; Telefé Contenidos, en 2003; Rosstoc (Pauls), en 2005, y Underground (Ortega), en 2006, entre otros- hasta llegar a veinte. Aunque un reciente y muy detallado estudio encarado por el Observatorio de Comercio Internacional de la Ciudad de Buenos Aires asegura haber contabilizado unas sesenta.

Como las sucesivas crisis locales las puso varias veces contra la pared, algunas de estas compañías exploraron con tanto éxito otros mercados, que hoy la Argentina exhibe orgullosamente un cuarto lugar en materia de exportación de contenidos y formatos televisivos tras Estados Unidos, Inglaterra y Holanda. Además, la devaluación del peso convirtió a nuestro país en un lugar apetecible para armar productos audivisuales dados sus buenos precios y su mano de obra altamente calificada. Esa competitividad comienza a resentirse por el aumento de sus costos y la crisis global que replegó muchas inversiones.

A su vez, desde el exterior comenzó una ofensiva para controlar a las muy vivaces y creativas productoras argentinas. La "compra de Cuatro Cabezas por la holandesa Eyeworks (100%), de GP Producciones (35%) por parte de la inglesa BBC, y de Underground (40%) por la holandesa Endemol -dice el mencionado estudio realizado por el gobierno porteño-, responde a un triple interés de los capitales internacionales: colocar formatos propios en el mercado local, contar con los recursos necesarios para su adaptación a la audiencia local, y generar nuevas ideas y contenidos audiovisuales exportables".

Ahora que Capit llegó a su madurez y hay relaciones fluidas entre sus socios, llegó la hora de que se planteen urgentemente la necesidad de autorregular sus contenidos como un valioso aporte a la TV y un arma eficaz para preservarse y prestigiarse.

En la fiesta de Capit, Tinelli dijo que "tenemos una de las mejores TV del mundo", pero de allí se fue a su productora para hacer en vivo la emisión de ShowMatch más escandalosa del año

Por Pablo Sirvén
Martes 15.12.2009
La Nación

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1211043

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